Celebra con el Equipo de la Propuesta
La moral de un equipo le hace subir montañas imposibles o ahogarse en un charco.
El único responsable es el entrenador o manager.
Estoy leyendo el último post que me ha llegado de nuestra sede. Por lo general hago una pequeña adaptación al español, a nuestra cultura latina, a España, y luego lo subo a la red. Hoy, leyéndolo, he recordado algo que viene a reforzar la esencia de este Problema-Solución de hoy.
Voy a contaros una historia real. Una historia que los que habéis hecho deporte de equipo habréis vivido en vuestras propias carnes.
De martes a viernes
De chaval, y hasta los veintitantos, jugaba a waterpolo. De martes a viernes entrenábamos, los lunes también, pero por ser ordenado con los acontecimientos, voy a dejar lo de los lunes para el final.
Eran entrenamientos típicos: fondo, velocidad, táctica, técnica … nada distinto de lo que entrena cualquier equipo de cualquier deporte.
Domingos al partido y …
Recuerdo las mañanas de invierno en el INEF -hoy el CAR (Centro de Alto rendimiento)- de Madrid. Partidos a cara de perro donde -cualquier waterpolista recuerda- el balón iba por arriba del agua y las triquiñuelas por abajo. Formaba parte del juego, para ganar o perder, según se diese el día.
Después del partido, ¡Siempre, siempre, siempre! Antonio Gómez, nuestro entrenador, nos invitaba -y casi siempre de su bolsillo- a unos vasos de leche, churros, bollos o pinchos de tortilla. Celebrábamos que habíamos jugado.
Los lunes era otro cantar
Los lunes tocaba reflexión, análisis del partido, lo que hicimos bien, lo que hicimos mal; por qué habíamos ganado o perdido; lo que debíamos tener en cuenta para la próxima vez.
Nunca hubo reproches, excepto cuando alguno no había competido al máximo, entonces había trato personalizado, en presencia de todos, dejando claro que “por el equipo se muere, o se pide el cambio”. Luego al agua a entrenar. Algunos lunes apetecía tirarse al agua fría, aunque fuese invierno, porque Antonio nos había puesto calentitos por no estar a la altura.
Un equipo necesita muchas cosas, pero sobre todo el espíritu de equipo y de pertenencia, que todos tengan interiorizado que el equipo es más importante que las individualidades y que se gana o pierde todos junto. El entrenador debe saber que el compromiso y el esfuerzo se celebran, SIEMPRE, se gane o se pierda.
Vamos a por el post.
Problema. La moral del equipo es baja después de perder y la calidad de las propuestas disminuye
Perder una oferta es duro. Es fácil dejarse llevar por la decepción, ver los defectos de la propuesta y culpar a los demás por los errores.
Esto rompe la moral del equipo y la calidad puede sufrir de forma brutal.
Los errores deben abordarse en una sesión específica de revisión de “lecciones aprendidas”, pero no te detengas en ellos antes. Por lo general, hay mucho más que perder que lo que está en la propuesta. Por ejemplo, la moral individual y colectiva, y hasta bajas que busquen mejores y más sanos horizontes.
Solución. Celebra el esfuerzo y compromiso con el equipo, ganes o pierdas
Tu equipo ha dedicado horas de trabajo, esfuerzo y mucho estrés para cumplir con la fecha límite de la propuesta. Es posible que algunos hayan trabajado los fines de semana o días festivos, se hayan alejado de la familia y ajustado otras responsabilidades.
Reconoce sus esfuerzos, logros y el valor que brindan a tu organización. Realiza esa celebración tanto si tu equipo gana el contrato como si no. El esfuerzo es el mismo. De hecho, ¡haz una celebración después de la presentación final! No esperes a saber si ganas o pierdes. Si ganas, siempre podrás volver a celebrar.
Cuando se trata de elevar la moral del equipo de propuestas, es importante reconocer el arduo trabajo de cada individuo. Si un miembro del equipo sabe que su trabajo es valorado, trabajará igual de duro, o más, en la próxima oportunidad. El reconocimiento de cualquier tipo ayuda a crear confianza, confianza y un sentido de lealtad hacia la organización y hacia el propio equipo.
Programa la fiesta de la victoria con mucha antelación. Colócalo claramente en el planning de la propuesta. Haz que esta celebración sea tan importante como cualquier otra reunión de equipo.
Una celebración de la victoria no tiene por qué ser cara, glamurosa o repartir regalos caros. Esta fiesta solo necesita celebrar los logros del equipo. A todo el mundo le gusta una celebración, en unos sitios se toman unas copas, en otros un asado, una paella, o unos sencillos pinchos de tortilla. Por lo tanto, ¡deja de pensar en esas decepciones y errores y celebra la fiesta de la victoria!
Concéntrate en lo que salió bien, el esfuerzo y la cohesión del equipo …
Cuando toque la sesión específica de revisión de “lecciones aprendidas” será ese, y no otro, el momento de despojarse -el equipo y cada miembro- de prejuicios, hablar claro y abiertamente, llamar a las cosas por su nombre y anotar lo que en adelante vamos a hacer mejor.
Conclusión
Creo que fue Jorge Valdano el que dijo -y yo, modestamente, suscribo- “Un equipo es un estado de ánimo”. Juntos podemos subir las montañas más empinadas, o ahogarnos en un charco.
Es trabajo del entrenador, jefe o manager conseguir una cosa o la otra.
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